La inteligencia artificial generativa (IA) está en el centro de un debate económico significativo. Economistas y expertos en tecnología, como Ege Erdil, Tamay Besiroglu de Epoch, y Erik Brynjolfsson de la Universidad de Stanford, predicen un impacto transformador en la economía global, potencialmente desencadenando un auge de productividad y un crecimiento explosivo del PIB.
Sin embargo, para que esta transformación se materialice, es necesario una inversión sustancial en software, comunicaciones, equipos y fábricas. Los antecedentes históricos, como la introducción del tractor y el ordenador personal, muestran que tales avances tecnológicos requirieron un aumento considerable en la inversión no residencial. Por ejemplo, en EE. UU., del 1992 al 1999, esta inversión creció en un 3% del PIB, impulsada principalmente por tecnologías informáticas.
Actualmente, los datos no reflejan un aumento significativo en el gasto de capital (capex) en IA. A nivel mundial, el capex empresarial ha sido sorprendentemente débil. Tras un crecimiento lento antes de la pandemia de COVID-19, hubo un incremento post-confinamiento, pero más tarde se desaceleró debido a la incertidumbre geopolítica y al aumento de las tasas de interés.
Algunas empresas, sin embargo, están incrementando sus inversiones en IA. Por ejemplo, se espera que los gastos de Microsoft y Nvidia aumenten significativamente en 2024. Mark Zuckerberg de Meta también ha indicado que la IA será un área de inversión clave.
No obstante, fuera de las empresas líderes en IA, el panorama es más modesto. Excluyendo a firmas como Microsoft y Nvidia, las empresas del S&P 500 planean aumentar su capex solo en un 2.5% en 2024, en línea con la inflación. A nivel económico general, un rastreador de capex estadounidense de Goldman Sachs indica una caída del 4% año tras año.
A pesar del entusiasmo por la IA, la inversión en tecnologías de la información ha sido menor de lo esperado. En el tercer trimestre de 2023, la inversión de las empresas estadounidenses en equipo y software de procesamiento de información disminuyó en un 0.4% en comparación con el año anterior. Esta tendencia es similar a nivel mundial, con datos del OECD mostrando un crecimiento de inversión más lento que antes de la pandemia.
Sin embargo, hay indicios de un aumento en la inversión en Japón, posiblemente debido a reformas de gobernanza corporativa específicas del país. En Europa y otras regiones, la perspectiva es menos alentadora, con intenciones de inversión reducidas.
Estas tendencias sugieren dos posibles interpretaciones. La primera es que la IA generativa podría no estar cumpliendo con las expectativas, con una posible sobreestimación de la demanda por parte de los tecnólogos. La segunda, y más plausible, es que la adopción de nuevas tecnologías generales lleva tiempo. Por ejemplo, aunque Microsoft lanzó un sistema operativo innovador en 1995, el gasto significativo en software por parte de las empresas estadounidenses no se incrementó hasta finales de los años 90. Actualmente, aunque solo un 5% de los CEOs esperan un impacto significativo de la IA en un plazo de uno a dos años, un 65% cree que tendrá un impacto en los próximos tres a cinco años.
En conclusión, la IA probablemente cambiará la economía, pero este cambio puede no ser inmediato.